top of page
02.
1881 — 1906

NAVEGA NUESTRA HISTORIA A TRAVÉS DE 9 SALAS

Los Primeros grandes Almacenes

París era un deseo

La sensibilidad francesa influyó en la arquitectura, la moda y las costumbres mexicanas. Durante mucho tiempo, lo moderno, lo elegante, el savoir faire era francés, desde el mobiliario estilo Luis XV en el recibidor de las casas hasta el idioma que aprendían los niños en el colegio.

Pieza1.jpg

“¿Qué están construyendo ahí?
¡Parece un palacio y es de hierro!”

El nombre flotaba en el aire. En sincronía con el nombre escogido por los fundadores, los transeúntes se preguntaban si aquél altísimo edificio de cinco pisos, que construían en la esquina de San Bernardo y Callejuela, se convertiría en un ‘palacio hecho de hierro’.

El edificio más alto de la ciudad

En su tiempo fue la construcción más alta de la gran capital, sólo superada por la altura de las torres de la Catedral.

Dentro de un cajón de ropa

Así lucían las tiendas de novedades en México a finales del siglo XIX: un gran mostrador y la mercancía guardada en gavetas, fuera de la vista y del disfrute de la exhibición.

Pieza3.jpg
Pieza8.jpg

Ahora comprar era como en París

La entrada al almacén proponía nuevos códigos, alejados del modelo de tienda español; los objetos lucían a través de las vitrinas y enamoraban a primera vista a la clientela.

Entrar, ver, tocar, sentir

Una de las mayores desventajas de los cajones de ropa a la usanza española era que el cliente no podía sentir y escoger con sus propias manos la mercancía. En la nueva tienda había maniquíes que lucían los vestidos, así como estilizadas vitrinas que exhibían broches y botones para las prendas hechas a la medida. Aún había bancos frente a los mostradores para las cosas pesadas, como los rollos de tela y las damas se sentaban allí a estudiar el catálogo de “figurines” o “patrones” con los que ordenaban su atuendo por número y talla.

 

Todo había cambiado, incluso tradiciones arraigadas como la del regateo, que se cortó de tajo cuando se introdujo la novedad de presentar “precios invariablemente fijos”,  lo cual provocó una pequeña revolución entre compradores y vendedores.

Pieza8H-2.jpg

Cromolitografía de la Gran Fábrica de Paraguas y Camisas, El Palacio de Hierro, 1895.

Un lugar para cada cosa,
y cada cosa en su lugar

El almacén, organizado ahora por departamentos, ofrecía de manera ordenada productos tan diversos como fuentes y candelabros de plata, de marcas tan prestigiosas como Christofle, cristal de Baccarat y porcelana de Limoges. Las plantas, acomodadas en jardineras y macetones, servían de adorno, pero también se vendían. Había juguetes, muñecos de cuerda y los famosos bebés y muñecas Jumeau, con sus caritas de porcelana y cejas anchas.

Pieza8H-3.jpg

Publicidad del Departamento de Vestidos y Confecciones, ca. 1904.

Pieza8H-4.jpg

Publicidad de El Palacio de Hierro, ca. 1905.

Pieza8H-5.jpg

Página publicitaria del Departamento de Juguetes de El Palacio de Hierro, ca. 1904.

Pieza9.jpg

Una acción para enmarcar

La primera acción de El Palacio de Hierro S.A., emitida en 1898, mostraba ya el grabado que sería cuatro años más tarde, el modelo para la ampliación el edificio.

La acción No. 1 de 

El Palacio de Hierro S.A.

De color malva hasta las enaguas

Antes de despedir el siglo, la moda y las costumbres sufrieron una gran transformación: los últimos descubrimientos científicos abonaban en el campo del vestido, cambiando poco a poco la cara de la sociedad.

 

Para el mundo de la moda, la última década del siglo XIX es conocida también como la ‘década malva’, debido a que por primera vez se usó este colorante artificial de diferentes tonos de violeta en los textiles. El color parecía anunciar más cambios: trabajos fuera del hogar para la mujer y la existencia de ropa deportiva, aunque, eso sí, todavía con el uso incuestionable del corsé en la clase alta.

2012-11-12-mauve2 (4).jpg

NAVEGA NUESTRA HISTORIA A TRAVÉS DE 9 SALAS

bottom of page